El tiempo todo lo magnifica.
Era una tarde de abril, más concretamente la tarde del dos de abril de dos mil doce. Después de mucho pensar qué decir, qué hacer, de llevar demasiado tiempo hablando, por fin había llegado la tarde, nuestra tarde. Por primera vez en casi un año hablando de lo mismo iba a estar en tu casa, íbamos a estar solos, el uno para el otro. No es que pasara nada del otro mundo, ya que no paraban de interrumpirnos, pero sin duda es uno de los recuerdos más bonitos que tengo contigo. Todavía conservo en mi memoria esas palabras, esos momentos, esos abrazos, esos besos... Tus manos en mi cuerpo, y nuestras ganas de seguir más allá, sin límites. Aún no he logrado olvidar esos instantes, nuestros primeros besos, nuestros primeros te quiero... Y sé que será difícil, pero tengo que hacerlo como sea. Tan solo espero que estas líneas me ayuden a sacar ese día de mi mente, a borrar tus labios de los míos... Al fin y al cabo, después de que haya pasado un año de esto y solo unos meses de que