Entradas

Mi carta de despedida - tardía - a 2020

2020 se presentaba como un año apasionante e interesante, sin embargo, resultó ser un año complicado; un año de cierre; de finales; de pérdidas... Un año en el que nos hemos caído para volvernos a levantar. Sí, porque aunque tengamos la sensación de seguir tirados en el suelo, no lo estamos: caminamos hacia 2021. El paso puede ser más o menos firme, pero el tiempo no se detiene, y nosotras tampoco debemos hacerlo.  Trabajemos para que 2021 sea mejor que 2020, y para cambiar todo aquello que no nos ha gustado de este año. 

2020...

Creo que no me equivoco si digo que 2020 fue un año bastante "movidito" para todos. Después de todo lo que nos trajo, y tanto que se llevó, me pregunto... ¿Será volver a escribir la mejor forma de dejarlo ir?

138.

We are just the memories we leave behind.

Crecer ... ¿para qué?

  De nuevo, una vez más, vuelvo a este blog después de mucho tiempo sin escribir. Supongo que lo peor de todo es esa sensación constante de vacío, de sentir como poco a poco uno va perdiendo la poca capacidad de escribir que antes poseía y, con ella, la sensibilidad que la caracterizaba. Pero lo peor de todo no es eso, lo peor de todo es reflexionar y darse cuenta de que esto no es más que otra de esas trampas que nos han vendido junto con la idea de "crecer" o "madurar": esa trampa en la que nunca debimos caer pero en la que ya estamos inmersos, y de la que probablemente ya no podremos escapar; o al menos yo ya no podré. Y junto con esa trampa vienen las prisas, el estrés, el no tener tiempo para nada que no sea estudiar, trabajar, ser productivo, ... Todo aquello que el sistema quiere, aunque ello no coincida con lo que a nosotros nos gustaría hacer. 

Stefan Zweig.

 "Only he who has learned early to spread his soul out wide may later hold the entire world within himself."

Tantas cosas que vivimos y ya no volverán.

  Días como hoy solo se trata de echar la vista atrás y extrañar; extrañar aquello que solía hacerte feliz; aquello que ya no regresará; esos momentos en los que creíste que eras feliz; esos ratos de risas compartidas con personas a las que ya casi no ves; esos secretos que ya no volverán; esas horas muertas, tiradas en cualquier lugar, que ya no pasan; esas ganas de comerse el mundo, de probar cosas nuevas; y desde luego, esas ansias de salir de aquel lugar pequeño, y las ganas que ahora tenemos de volver. 

Frustración.

  Y de repente llega ese día en el que pasas más tiempo con la familia de tu novio que con él.    Ese día en el que te encantaría estar a solas con él todo el día, y ni siquiera disfrutáis de un momento a solas.   Ese día en el que él no se da cuenta de las cosas, en el que no te hace ni caso durante todo el día.   Ese día en el que te cansas de que solo te haga caso cuando él quiere, y que el resto del tiempo seas como un mueble más, parte de la decoración.   Ese día en el que no sabes qué hacer, porque ni siquiera tienes claro cómo sentirte al respecto o, aún peor, qué sentir.   Y que sí, que puede que esté muy bien que te incluya en su familia y todo lo demás, pero hay un límite para todo, y el mío empieza a estar claramente sobrepasado. No sé si podré aguantar así, al igual que no sé si esto de verdad tiene posibilidades de futuro, por mucho que me duela.