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Mostrando entradas de junio, 2011

Miguel Hernández - Antes del odio.

Beso soy, sombra con sombra. Beso, dolor con dolor, por haberme enamorado, corazón sin corazón, de las cosas, del aliento sin sombra de la creación. Sed con agua en la distancia , pero sed alrededor. Corazón en una copa donde me la bebo yo, y no se lo bebe nadie, nadie sabe su sabor. Odio, vida: ¡cuánto odio sólo por amor! No es posible acariciarte con las manos que me dio el fuego de más deseo, el ansia de más ardor. Varias alas, varios vuelos abaten en ellas hoy hierros que cercan las venas y las muerden con rencor. Por amor, vida, abatido, pájaro sin remisión. Sólo por amor odiado, sólo por amor. Amor, tu bóveda arriba y yo abajo siempre, amor, sin otra luz que estas ansias, sin otra iluminación. Mírame aquí encadenado, escupido, sin calor a los pies de la tiniebla más súbita, más feroz, comiendo pan y cuchillo como buen trabajador y a veces cuchillo sólo, sólo por amor. Todo lo que significa golondrinas, ascensión, claridad, anchura, aire, d

Lo sabes, ¿verdad?

  Sabes que pase lo que pase estaré aquí. No puedo resignarme a la pérdida de esa amistad que me infundía las ganas de vivir. Reconozco que esto no hace más que herirme, pero siento que ya sin ti no puedo vivir. Llegaste a mi vida iluminándolo todo, llenando cada espacio vacío de hermosura y luminosidad, mas cuando te fuiste, todo desapareció, sólo quedó oscuridad en mi vida.    No creo que puedas hacerte una idea del caos que dejaste tras tu marcha. Esa ida tan repentina, casi sin motivo aparente. Sé que aunque gaste todas mis fuerzas en entenderlo no podré, y en parte es eso lo que me frustra tanto. Saberte perdido y a la vez saber que ya no te recuperaré. Ya nada nunca será como antes. Las cosas, una vez fuera de su sitio, ya no volverán jamás a él, por mucho que duela.   Tal vez habría que decir que esas son las cosas que componen la vida. Decepciones, desengaños, dolores, pérdidas... pero a su vez también nos encontramos con alegrías, buenas noticias, esperanza, luminosidad, gente

Gustavo Adolfo Bécquer - Rima XXX

Asomaba a sus ojos una lágrima y a mi labio una frase de perdón; habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró. Yo voy por un camino; ella. por otro; pero, al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: -¿Por qué callé aquel día? Y ella dirá: -¿Por qué no lloré yo?

Siempre quedará en tu memoria.

  Siempre habrá alguien a quién eches de menos en tu vida. Un familiar, un amigo, un conocido, un viejo amor... Gente que pasa por tu vida y se marcha así, sin más, dejando un espacio vacío en tu corazón.   Una vez se marche alguien ya nunca podrás acallar las preguntas cuya respuesta no conocerás jamás. ¿Por qué todo tuvo que suceder así? ¿Cuál fue el desencadenante de lo que pasó? ¿Para qué tantas palabras, tantos sentimientos, tantos recuerdos si ya no sirven de nada?   Las personas a las que quieres se van, nada es eterno ni perdurará a nuestro lado. Sólo estamos formados por recuerdos, sentimientos, pensamientos... Cosas que, tarde o temprano, se esfumarán de este mundo no dejando ni una misérrima huella que alguien pueda recordar. Una vez abandones la vida que tienes, nada tuyo seguirá existiendo.

Trabajo de lengua.

  Isabel no podía creer lo que leían sus ojos en ese momento. Esa carta lo cambiaba todo, no dejaba nada en su sitio. Durante las últimas semanas había sido más feliz que cualquier otra persona en el mundo. Pudo tocar el cielo de una forma única y especial, como no lo había hecho nunca nadie antes jamás. Mas esa carta tenía el poder de destrozarlo todo, llevarse su felicidad por delante, matar sus ganas de vivir, romper sus sueños en mil pedazos.   No entraba en su cabeza que eso se lo hubiera escrito Dani, que esas palabras estuvieran escritas de su puño y letra, que fueran fruto de sus sentimientos. No entendía como las cosas pudieron cambiar tanto de un día para otro, no tenía sentido se mirara por donde se mirara.   Dani era como su vida. Le infundía valentía, coraje, ganas de vivir, fuerza… Todo lo que era necesario en su vida provenía de él, por mucho que costara creerlo. Se complementaban mutuamente, de forma que los dos eran uno solo cuando estaban juntos. No necesitaban más