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Mostrando entradas de mayo, 2011

Todo eras, todo me quitas.

  ¿Qué hago con mi vida? ¿Por qué cometo tantos errores? Esto no es normal, no puede funcionar así, no he de reaccionar de esta forma. Sólo me destruyo a mí misma mientras lo demás pierde su sentido.   Me daño a mí, pero también a las personas que me rodean, sea a mi pesar o no. Los segundos, los minutos, las horas, los días, las semanas, los meses y los años transcurren velozmente, dejando tras de sí únicamente un recuerdo y mi pobre corazón lastimado.   Tú eras mi todo, mi fortaleza, mi alegría, mis ganas de vivir, mi vida… y ahora ya no somos nada, ni siquiera una ligera sombra de lo que un día logramos ser.

¿De qué vale la pena entonces, si a nadie le importas ya?

  Sentir las lágrimas más saladas de lo que solían serlo. Observar en un espejo su continuo descender por tus mejillas. Admirar como la belleza de la vida de tus ojos se apaga y no vuelve a brillar.   No puedes huir de la tristeza, es más veloz que tú y tu fuerza de voluntad. Te quedas en blanco, no sabes cómo reaccionar. Te cuesta la vida y el alma. Pierdes la fe y tu corazón, por mucho que quiera seguir adelante, se fractura y rompe en millones de pedacitos. Tu voz deja de oírse, nadie te escucha ya. ¿De qué vale la pena entonces, si a nadie le importas ya?

La esperanza.

  La RAE define la palabra esperanza como un estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos. En mi opinión la esperanza es mucho más que una simple posibilidad de ver un deseo cumplido. Si bien es cierto que muchas veces representa un deseo, también es cierto que muchas veces es lo único que te empuja a seguir adelante.   Hay quienes dicen que no se puede vivir de sueños ni de esperanzas. Yo me sitúo justo en el punto contrario. Vivir a base de esperanzas no será lo más feliz, no puede convertirse en lo mejor, pero sí puede darte la fuerza necesaria para romper con las ataduras que te impone la sociedad.   A las esperanzas les ocurre lo mismo que a los sueños, no siempre se realizan, mas no nos abandonan jamás. Teniendo una esperanza que puede ayudar en tu vida, ¿por qué desecharla?

Tengo ganas de ti - Federico Moccia.

  Y se ríe. Y yo sólo percibo su perfume: Caronne. Y la miro. Al menos en eso no ha cambiado. Y querría decirle: << ¿Y quién ha ocupado mi sitio?>> Mi sitio. Ya. << ¿Por qué pensabas que tenías uno?>>, podría contestarme. Entonces me quedo callado, me quedo en silencio. La miro mientras continúa con ese extraño baile de presentaciones. Ella, hábil cortesana, dama impecable de ésa, su alta sociedad, de su corte dorada. Y baila, y se ríe y echa hacia atrás la cabeza y cascadas de pelo y perfume y de nuevo su risa. Y otra vez… Otra vez tú. Pero no teníamos que volver a vernos… Y siento todo mi dolor. Lo que no sé, lo que no he vivido, lo que ahora me falta. Para siempre. ¿Cuántos brazos te han estrechado para convertirte en lo que eres? Cuánta razón tienes. Qué cierto es. Qué importa. Al fin y al cabo, ella no me lo dirá, por desgracia. Por eso me quedo en silencio. Y la miro. Pero no la encuentro. Entonces voy a buscar esa película en blanco y negro que ha dura

Otra más.

  Otra alternativa surge ante mí, una nueva puerta que atravesar para descubrir lo que hay detrás. ¿Te quiero? ¿Son imaginaciones mías? Tal vez sí, tal vez no. Y aunque aún lo sé, sí sé que quiero averiguarlo. Estoy segura de ello. Quiero saber si te quiero, pero también saber si puedo tenerte como yo quiero o sólo como tú quieres.    Siento como si estuvieras penetrando en mí, no de la mejor forma, no de la manera en la que deseas actualmente, mas lo haces sin yo poderlo evitar. Cada segundo que pasa, cada momento en el que hablo contigo, cada palabra que decimos, cada cosa que hacemos, todo me lleva a ti.    No sé cómo llegamos a esto. Todo lo que puedo saber y sentir es que a cada segundo que pasa, tengo más ganas de intentar contigo algo de verdad. Eso es lo que haré, aunque me pierda en el camino.