La vida, como todo, tiene principio y fin.

 La vida es una gran carretera que debemos de recorrer. Para algunas personas está asfaltada, para otras sin asfalto. A pesar de esto siempre nos encontramos con curvas que debemos de saber coger adecuadamente y vaches que debemos aprender a superar. La vida nos da golpes que, con el tiempo, vamos observando como se repiten, aunque esta circunstancia no quiere decir que podamos evitarlos.
  Muchas veces nos tomamos nuestra existencia como una competición que tenemos con los demás, pero no debe ser así, cada uno tiene su vida, es libre de hacer lo que quiere con ella y de tener los sueños que quiera, sin dejarse influenciar por los demás. En nuestra sociedad actual esto es cada vez más difícil, llegando varias veces a la imposibilidad. 

  Todo tiene su principio y su fin, la vida misma es un gran ejemplo de ello. No podemos recordar cómo empezamos a vivir, pero sí sabemos perfectamente que esto, tarde o temprano, llegará a su fin. A lo largo de la existencia nos solemos plantear la alternativa del suicidio, aunque nunca nos paramos a pensar las nefastas consecuencias que esto tendría en las personas de nuestro alrededor: familia, verdaderos amigos...

  Nuestro recorrido por este mundo está marcado por la constante entrada y salida de gente que, con frecuencia, nos marca para bien o para mal, dependiendo de la persona implicada y lo que haga con nosotros. Al encontrarnos con tantas personas, lo mejor que podemos hacer es quedarnos con lo positivo de ellas y dejar pasar lo negativo. Lo positivo enriquece, mientras que lo negativo destruye.

   Por todo esto, mi propósito es conseguir dejar atrás lo negativo, vivir el presente de forma coherente y responsable, centrarme más en lo bueno, saber superar todos los vaches y pruebas que la vida nos pone... resumiendo ser FELIZ.